miércoles, 15 de abril de 2009

Dublín mon amour

Ahora que leemos el post que empezamos a escribir el viernes pasado durante el ‘good friday’ nos damos cuenta de lo injustas que son las valoraciones cuando se centran en una parte y no en el todo. Cierto es que ese día estábamos contrariados, decepcionados, enfadados y nos sentíamos engañados. Cómo puede suceder que te vayas al país que compite con España en número de bares por habitante el único puñetero día del año en que cierran a cal y canto hasta las estanterías de la cerveza de los supermercados??

En fin, al margen de que esa abstemia noche del viernes nos sirvió, entre otras cosas, para volver a ver en inglés The Others (no la habíamos visto desde que la estrenaron en 2001 cuando estábamos en Liverpool, qué recuerdos...), nuestra estancia en Dublín ha resultado muy gratificante, sobre todo, musicalmente hablando. Por esto y por otras cosas más, hemos decidido ignorar literalmente ese inicio de post versión servilleta-malrollera y empezar uno nuevo.

La capital de Irlanda respira música. Cada esquina, cada calle, cada bar. Música por todas partes. Como no podía ser de otra manera, hemos ampliado la colección de discos con ocho nuevos originales (fondo de armario básicamente), pero lo más importante, hemos disfrutado de una cantidad inimaginable de actuaciones en directo. Desde hombres orquesta que tocan cinco instrumentos a la vez; pasando por grupos que versionean a los clásicos del rock como Metallica o The Who; y hasta llegar a bandas hipermodernas que tocan temas propios en una tienda de ropa.

Sin dudarlo, nos quedamos con es dúo guitarra-bajo que nos enamoró (a los dos) durante tres noches en Fitzsimons. Escuchar Don´t look back in anger o Won´t back down tocadas con tanta pasión, nos ponía los pelos de punta, lo cual tiene bastante mérito si tenemos en cuenta que estábamos rodeados de una panda de hooligans y putillas con orejeas de coneja que coreaban las canciones sin pizca de gracia. Una lástima que nuestra nota/petición se quedase al final en el bolsillo sin destinatario.

Mención aparte merece haber estrenado en Dublín nuestra flamante cámara. Estos cuatro días no han hecho más que confirmar que aprender a usarla requiere algo más que unos cuantos consejos de los amigos. Claro está que los paisajes son como más bonitos y que con un aparatejo así en las manos te cambia la percepción, ves cosas que antes no veías y, por supuesto, sales más guapo/a en las fotos.

Aunque viajábamos un poco escépticos, finalmente Dublín nos ha encantado: esas pintas que te comes con cuchara, esos bocadillos gratuitos en la fábrica de Guinness, esa espera para adquirir lo último en sandalias veraniegas aún a riesgo de perder un avión y, lo más importante, esos tréboles que nos hemos traído puestos. Muchos momentos imposibles de resumir en palabras o imágenes, pero que compartiremos con los interesados delante de una buena pinta.

1 comentario:

melocotonazo dijo...

Qué bonito es Dublín y qué buena está la Guinness bien tirada. Mención especial también a la cerveza Kilkenny, de tipo ale, que toma su nombre del condado que la ve fermentar.

En Benidorm hay un pub irlandés que la sirve, ya os llevaré ;)

http://en.wikipedia.org/wiki/Kilkenny_(beer)