martes, 16 de marzo de 2010

Foxy shazam (2010)


Allá por 2008, Eric Sean Nelly, el histriónico cantante al frente de Foxy Shazam, cantaba aquello de "I'm a dangerous man" en el penúltimo e imprescindible redondo de la banda, "Introducing".
Te lo creías: aquello era un torbellino sónico en el que se entrelazaban ritmos de cabaret, escarceos seudo-zíngaros, breakdowns caóticos y no pocos momentos de auténtica rabia hardcore. Este panorama ha cambiado en 2010. Su nuevo trabajo homónimo entra en acción con una propuesta mucho más pulida y ambiciosa, aunque (para los amantes del "antes molaban más" ) también menos visceral, menos orgánica.

Su teatralidad y tendencia al himno se ha maximizado hasta cuotas insospechadas, repasando por el camino todo el legado de Freddy Mercury y compañía (enésimo "homenaje" del rock actual a los ingleses). Y salvando las distancias, consiguen acercarse a Queen (para bien y para mal), fabricando algunas melodías apoteósicas y algún que otro momento sobreactuado. Apuestan por el efectismo hasta sus últimas consecuencias, depositando mayor protagonismo en el piano de Sky White (otro pieza) y tocando el cielo en estribillos como el de "Bombs Away" o "Oh Lord".

Esta nueva versión de Foxy Shazam supone una apuesta por un mayor éxito comercial (en algunos cortes como "Count me out" o "Killin it" coquetean con una pose que recuerda a Mika) aunque el auténtico potencial se destapa en dos grandes singles: "Wanna be angel" (en el que Nelly asegura que no es gay, aunque lo disimula estupendamente) y "Unstoppable", una canción que Warner, su discográfica actual, consiguió colocar durante la retransmisión de la última Superbowl y que es lo más parecido al "We are the champions" del nuevo milenio que nos hemos encontrado.

Echamos de menos aquel sonido ecléctico y vibrante que les acercaba a Blood Brothers o Gogol Bordello, pero esta nueva faceta luminosa y almibarada tiene su aquel gracias a momentos bastante inspirados. Tal vez una producción menos aséptica no hubiera levantado tal revuelo entre sus seguidores, pero cuando uno tiene semejante material entre manos, es comprensible que se le vaya el punto con los coros y los arreglos.

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