jueves, 1 de mayo de 2008

Pobre cedé


Son pocos los ambientes sociales en los que no se habla con vehemencia de la “crisis”. Donde antes formulábamos un “se ha quedado buena tarde”, ahora metemos un “qué tal la crisis?”. Crisis económica, inmobiliaria, crisis de ropa en el armario (esta es muy de la Carol)… y cómo no, la famosa crisis de la industria musical.

Es fácil llegar a la conclusión de que los hábitos de consumo musical van a cambiar radicalmente, como ya lo llevan haciendo últimamente. La piratería, las descargas en Internet, las escasas ventas del mercado tradicional, todo ello al final han acabado siendo, cazas de brujas aparte, simples consecuencias de la evolución natural de los consumidores. Sin embargo, todo esto a mí me deja con una crisis personal de la que nadie habla, un efecto colateral de esos que te hacen mirar al futuro con un recelo casi medieval ante el cambio y la incertidumbre de un futuro que desconozco.

¿Y qué pasa con el cedé? Si, ya le hemos diagnosticado que está obsoleto, que tiene una enfermedad mortal y que es cuestión de tiempo ¿pero qué pasa con él? ¿Cuánto tiempo le queda? ¿Va a sufrir mucho? Todos aquellos que humildemente nos consideramos melómanos llevamos más de quince años depositando todas nuestras esperanzas en estos cachos de plástico. No fue una decisión meditada, pero lo hicimos así atados a las circunstancias que nos tocaba vivir. Y ahora nos encontramos al pobre cedé moribundo, y nadie está por la labor de cantar alabanzas en su honor, porque carece de ese rollo cool de las cassettes, la elegancia del vinilo…

Cuando el futuro venga a por nosotros, las estanterías se dejarán de llenar, solo tendremos carpetas amarillas dentro de discos duros que acabarán por borrarse o estropearse. Ya no podrás agarrar la música con tus manos, ni ver su cara, ni ponerla al lado de otra música. Y es por esto que el futuro me causa desazón, porque como buenos acumuladores musicales que hemos sido, nadie nos propone soluciones dignas para el futuro, y nos encontramos odiando minuciosamente a Itunes… todo es culpa del maldito Itunes. Steve Jobs ¿qué te hemos hecho para que nos trates así?

Al final hemos visto que gente como Radiohead o Nine Inch Nails no han llegado a salirse con la suya al intentar distribuir su música a través de Internet. Sus nuevas obras han acabado en las estanterías del Fnac, como toda hija de vecino. Un disco que no encontrarás en las tiendas es el último de Nada Surf (vean el vídeo), puesto que éste sí ha sido pionero en saltarse las normas. Se distribuye únicamente en sus conciertos y al parecer eso triplica sus posibilidades de difusión con respecto a la distribución tradicional que hubiera tenido con su discográfica habitual.

No será hoy ni mañana, pero la industria se muere, merecidamente a nuestro entender, se lleva por delante al pobre cedé, que no tenía culpa de nada, pero ha pagado el pato. Y desde aquí exijo una solución digna para lo que queda por venir. Queremos seguir acumulando música, queremos tener conciencia de lo que escuchamos hace cinco años. Queremos poner el nuevo disco rojo de Weezer junto a los discos azul y verde. Y, sobe todo, queremos dejarles a nuestros hijos un legado en condiciones, no un frío disco duro.

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