Nos costó una tarde entera, más de 10 tiendas de chinos por todo San Vicente con un tiempo de perros, pero al final nos hicimos con nuestro arbol navideño y todos sus complementos. Después de la odisea de encontrarlo nos pusimos a montarlo y decorarlo al ritmo de alegres versiones de villancicos (como este o este). Al no ser muy de Navidad, esperamos que este detalle de tradición (y de pureza) nos dure muchos años y que se acumulen los regalos, mágicamente, a sus pies.
domingo, 14 de diciembre de 2008
Navidad en casa
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Cosicas nuestras
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